Hasta chocarse contra una pila de maderos, Edmundo no
fue verdaderamente consciente de la importancia de los dos recados que había
dejado sin hacer. Sacó la lista del bolsillo y empezó a leerla en voz alta,
dolorido aún a causa del golpe que se había dado contra aquellos colosos del
bosque empequeñecidos, y preguntándose por qué razón un líquido espeso de color
verde botella goteaba extrañamente de su codo derecho:
1. Amontonar los maderos en algún otro lugar que no
sea de paso.
2. Tapar el bote de pintura de bungalows que dejamos
abierto ayer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario