LA CASA DE LOS CUATRO PUNTOS CARDINALES

domingo, 22 de diciembre de 2013

Muérdago

En este misterioso poema de Walter de la Mare, escritor inglés nacido en Kent en 1873, lo sobrenatural se alía con lo navideño de manera muy sugerente. ¡Feliz Navidad a todos! … ¡y felices besos bajo el muérdago!



Muérdago

Walter de la Mare (1913)


Sentado bajo el muérdago
de un color verde pálido feérico,
una última vela consumiéndose,
los adormilados bailarines ya ausentes,
a la tenue luz de una vela,
y las sombras acechando por doquier,
alguien llegó y me besó.

Fatigado estaba; la cabeza se me iba,
los ojos cerrados bajo el muérdago,
de un color verde pálido feérico.
No se oyeron pisadas, ni tampoco voz se escuchó,
mas mientras estaba allí sentado, en soñolienta soledad,
unos labios invisibles se agacharon en el calmo aire en penumbra
y me besaron. 


(©Traducción de Ricardo José Gómez Tovar)


Foto: Mistletoe-after-rain-Copyright-Jonathan-Briggs_LW


Mistletoe

Walter de la Mare (1913)

Sitting under the mistletoe
(Pale-green, fairy mistletoe),
One last candle burning low,
All the sleepy dancers gone,
Just one candle burning on,
Shadows lurking everywhere:
Some one came, and kissed me there.

Tired I was; my head would go
Nodding under the mistletoe
(Pale-green, fairy mistletoe),
No footsteps came, no voice, but only,
Just as I sat there, sleepy, lonely,
Stooped in the still and shadowy air
Lips unseen—and kissed me there.


jueves, 12 de diciembre de 2013

SOLIDARIDAD INDIRECTA


La cesta de Navidad pesaba lo suyo. No circulaba ni un triste taxi por aquel fantasmal barrio de oficinas, y el paseo hasta la boca de Metro o la estación de autobús más próximas no me llevaría menos de veinte minutos. Podía haberlo intentado. Siempre puede hacerse un sobreesfuerzo. Pero aquella tarde, con el cielo de diciembre ya oscurecido, y una gélida temperatura que te iba anestesiando lentamente hasta adormecerte la cara, no tenía voluntad suficiente como para realizar hazañas de ese calibre. Mientras abría y cerraba mi dolorida mano y pensaba en lo que haría para llegar a casa con aquel lastre obsequio de la empresa, reparé en que, unos metros más adelante, instalado en un ínfimo habitáculo pergeñado con cajas de cartón y mantas, había un ser humano. Entonces, sin saber de dónde me venía la fuerza, volví a levantar la voluminosa caja, que ahora parecía tan liviana como una pluma, y avancé hasta donde se hallaba aquel semejante a quien la sociedad de la que él también formaba parte le negaba un techo y un hogar caliente en unas fechas de vistoso llamamiento al amor fraternal. Cuando finalmente descargué la cesta sobre el suelo, unos ojos sorprendidos me miraron entre un gorro calado hasta las cejas y una gruesa bufanda que le cubría hasta la nariz. Y os diré algo que aún no he olvidado: la sonrisa que a continuación hizo relumbrar aquella vivienda de cartón me alimentó mucho más que todo lo que contenía la cesta que nunca llegué a consumir. 

miércoles, 4 de diciembre de 2013

SUPERHÉROES MINIMIZADOS

Os invito a leer el microrrelato que presenté esta semana al concurso “Relatos en cadena”.


Se durmió soñando que él también podía volar. Y que sus músculos llenaban sin esfuerzo aquel traje azul y rojo tan hortera con la “S” estampada. La fase REM le volvió invulnerable contra la kryptonita, y se sintió capaz de doblegar a todos los archivillanos del mundo con unos poderes que, en estado de vigilia, no le servían ni para cambiar el filtro del café. Acabó despertándole el áspero roce de un papel sobre sus párpados. ¿Sería la crema facial paralizadora de Lex Luthor? Abrió un ojo y reconoció la letra de Lois Lane:

“Hoy sacas tú al perro, Benito”. 

lunes, 25 de noviembre de 2013

Para no olvidar

Mi pequeña aportación en este Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.


Querida hermana:

Siento en el alma lo que ha pasado. Me gustaría no tener que hablarte así, en estas circunstancias, pero cuando ocurrió la otra vez, no debiste dejar que el ramo de flores y la pulsera camuflaran su fingido arrepentimiento. No te equivoques. Una ofensa es suficiente para decir “hasta aquí hemos llegado”, pero a ti aquello no te pareció tan grave, y lo disculpaste como algo que nunca volvería a ocurrir, o eso pensaste, creyendo que él no quería realmente hacerte daño. ¿Sabes que estoy leyendo un libro de ciencia ficción ambientado en un universo donde las personas que maltratan a sus seres queridos pierden automáticamente su derecho a existir? No esperes a que lleguemos algún día a vivir en ese planeta ideal. Quítale su derecho a existir en tu vida ahora mismo, recupera tu esencia más luminosa y vuelve a ser la hermana vital y llena de ilusión con quien crecí.

P.D.: En tu próxima carta, quiero que me hables de lo feliz que empiezas a ser…



miércoles, 20 de noviembre de 2013

Memoria inventada del polo

Os dejo con el relato que esta semana presenté al Concurso Relatos en Cadena. Ahora que llega el frío, parece que encuentro inspiración en parajes polares… ¡Que lo disfrutéis!



-Papá, ¿tú no tienes frío? –preguntó la niña.

-Hubo un tiempo en que sí, hija, cuando aún no conocía el secreto de los esquimales.

Una ráfaga de copos de nieve le inundó los ojos y, al seguir hablando, pareció llorar por momentos lágrimas escarchadas.

-Yo creía que los esquimales vivían en el hielo.

-No todos. Algunos salieron en busca del sol.

-¿Y lo encontraron?

En aquel momento, el cielo se tornó blanquecino. No sabía qué contestar.

-El sol los encontró a ellos. Ahora son felices.

La niña sonrió al escucharle. Aunque él no se daba cuenta, se formaban iglús en sus pupilas cuando mentía.      

domingo, 13 de octubre de 2013

Micro-Temáticos Toma 1


Quería compartir con todos aquellos que seguís este blog, e igualmente con los que habéis llegado hasta aquí por casualidad, una buena noticia: la publicación de mi primer libro en formato electrónico. Se titula Micro-temáticos Toma-1 y es una antología de microrrelatos clasificados por temas. Si os interesa esta obra, que pretende ser un collage de relatos hiperbreves para apasionados de las antologías de historias reducidas a la mínima expresión, podéis comprarla en Amazon Kindle pinchando en el siguiente enlace:

domingo, 8 de septiembre de 2013

LA CARTA DEL EDITOR

Estimado Sr. Shakespeare:

Tras valorar detenidamente los tres originales que nos remitió a fin de que considerásemos su posible publicación, lamento comunicarle que no son de nuestro interés. El estilo de sus obras es demasiado ambicioso para lo que el lector espera hoy día. Su poético lenguaje complica en exceso la comprensión del texto y la abundancia de metáforas y referencias cultas resulta confusa. Julio César no está mal, aunque le aconsejo que revise los cánones de la narrativa histórica actual y los adapte a esta obra. Lo que interesa es el efecto más descarnado, la violencia sin reflexiones discursivas, el realismo sucio y la ausencia de figuras retóricas. Sí, veo que su fuerte son los diálogos, y la verdad es que se nota que se los ha trabajado a fondo, pero no encajan en lo que nosotros publicamos. Con Macbeth tal vez podría hacerse algo. Sí, las tres brujas añaden un cierto morbo (aunque algo añejo, señor Shakespeare, todo hay que decirlo), pero podría hacer que el joven Malcolm estudiase en una escuela para magos adolescentes y añadir así un poco más de fantasía al conjunto. Para terminar, es innegable que Hamlet reúne el suficiente grado de muertes truculentas como para atraer el interés de algunos de nuestros lectores, pero creo que debería darle todo el protagonismo al fantasma del rey Hamlet para hacerlo más ameno a las generaciones más jóvenes, además de incluir otros seres sobrenaturales en su trama. Por cierto, yo en su lugar suprimiría el filosófico monólogo del personaje titular, ya que resulta de lo más monótono, y lo sustituiría por un tórrido affair entre Hamlet y la dulce Ofelia narrado de la forma más explícita posible.
Deseándole numerosos éxitos en el futuro, y agradeciéndole la confianza depositada en nuestra editorial, le saluda atentamente,

Juan Nadie, Director Gerente,
Ediciones Anodinas de Ayer y Hoy



P.D.: Si me permite el consejo, debería cambiarse el nombre en caso de que desee emprender seriamente una carrera literaria. William Shakespeare carece totalmente de tirón comercial. Lo que se llevan actualmente son nombres cortos como Dan Brown. Will Shaks sería mucho más fácil de recordar, y si lo deja en Bill Saks o en Billy Sax, mejor todavía.

viernes, 2 de agosto de 2013

NO SER ALGUIEN

Y si nada lo impide, llegarás a ser alguien.

Aquella frase, esculpida en la última página de un libro que encontró en la biblioteca paterna durante su primera adolescencia, había tenido un fuerte impacto en su vida. A lo largo de los años siguientes se había pasado incontables noches en vela ponderando su significado y jornadas enteras atrapado en una maraña de ensoñaciones que especulaban sobre su posible alcance a la luz del día. ¿Se referían a él aquellas enigmáticas palabras? ¿Qué podía impedir que un niño llegara a ser alguien? ¿Qué significaba exactamente “ser alguien”? A medida que iba haciéndose mayor, se daba cuenta de que la vida era un curioso tablero de juego. Teníamos las piezas, las casillas y el reglamento, pero nos faltaba el propósito. El reglamento no podía hacer las veces de significado, y un juego articulado únicamente por normas y carente de un propósito era el tipo de competición al que nunca se apuntaría por voluntad propia, un acto marcial que anulaba cualquier ejercicio autónomo de reflexión. Y si la vida no se lo impide, llegará a ser alguien. ¿Es eso lo que realmente quería decir aquella máxima lacónica? ¿Acaso encerraba la vida dentro de sus límites espaciotemporales la magia y el poder necesarios como para hacer que una persona triunfase en su propósito o se quedase en el camino?


Salió a la terraza y abrió de par en par la ventana que se asomaba al árbol deshojado por el beso del invierno. El aire cargado de lluvia le hizo recordar el momento en que halló la respuesta al acertijo, unos años atrás. Estuvo a punto de ser alguien una vez. Pudo ejercer el poder sobre otros hombres, disfrutar al ver cómo los demás le seguían la corriente tan sólo porque su autoridad podía decretar aumentos, despidos y expedientes a discreción; tuvo en sus manos el acceso al gran pozo sin fondo del dinero que manos anónimas ganaban para él, pero algo lo impidió. Ahora lo veía claramente. Estaba reflejándose en el cristal de la ventana mientras contemplaba su rostro, el de un hombre que obedecía las órdenes de otros sin humillarse ni adular a quien ocupaba un despacho mayor que el suyo, de rostro ni ganador ni tampoco perdedor, mucho más soñador que ambicioso. En definitiva, un ser humano que había decidido no medrar jamás a costa del olvidado esfuerzo de sus semejantes.    

domingo, 2 de junio de 2013

NI ELEMENTAL NI WATSON


Sherlock no sabía cómo reaccionar. Había desechado lo improbable, consultado su enciclopedia particular sobre el crimen de las últimas décadas, desempolvado sus recortes periodísticos más relevantes, interpretado al violín en clave desafinada tres movimientos del Concerto Grosso Nº5 Op.6 de Handel y fumado dos pipas de tabaco marroquí. Desazonado, lanzó una mirada de soslayo al que siempre había sido su leal compañero de residencia y su asistente en las investigaciones. Éste no se movía. Permanecía tan estático como el secreter de caoba que contenía sus documentos más valiosos. El periódico que había estado leyendo horas antes yacía desplegado como una sábana a su lado. Impulsado por algo que sus ojos de sabueso habían captado, Holmes se levantó de su asiento y se acercó hasta el cuerpo inerte de Watson. Sus constantes vitales parecían apagadas, al igual que su pipa de madera. El titular de una noticia llameó en la pupila del detective por un instante: JOHN WATSON, M. D., MISTERIOSAMENTE ASESINADO EN SUS HABITACIONES DE BAKER STREET. Holmes levantó la hoja del diario hasta la mortecina luz de gas y empezó a leer lo que seguía, momento de concentración que aprovecho el Profesor Moriarty, hábilmente disfrazado de la señora Hudson trayendo una bandeja de té, para asestar al sagaz investigador un certero golpe con su bastón de plomo que le sumió en la inconsciencia. Lo que el Archiperverso no sabía es que Holmes tampoco era Holmes, sino un doble contratado por el supuesto Watson que parecía haber expirado mientras leía el periódico y que, huelga decirlo, tampoco era Watson, sino el verdadero Holmes.


Mientras, en el salón, Sherlock forcejeaba con un perplejo Moriarty, se abría y se cerraba la ventana y se escuchaban las campanadas del Big Ben entre imprecaciones y cumplidos intercambiados por dos mentes brillantes, el auténtico Watson, tras certificar la defunción de la pobre señora Hudson, escribía una carta desde la cocina a The Times para pedir dos cosas: 1) que retirasen el (falso) anuncio de su muerte. 2) Que publicasen otro anuncio con estas palabras: “Se necesita experimentada ama de llaves de cierta edad para residencia ocupada por dos caballeros de pedigrí. Escribir a: Baker Street, 221b, Marylebone”.      

sábado, 18 de mayo de 2013

EN BRAZOS DE UN ÁNGEL



Descansa tranquilo. No te perderás nada”. Aquellas reconfortantes palabras las había escuchado en alguna parte, en un momento exacto, aunque no recordaba ni cuándo ni dónde. Incapaz de convencer a su memoria de que hiciera un esfuerzo por identificar aquellos datos difusos que flotaban por su mente en el momento de iniciar el trayecto, descansó perezosamente la vista en el paisaje que le saludaba desde el otro lado de la ventanilla. Una sucesión de postes eléctricos, de altozanos y colinas cambiantes, de retazos del mismo cielo con tenues variaciones cromáticas, le devolvió al movimiento del que formaba parte sin apenas notarlo, mientras el tren donde viajaba danzaba una zarabanda de saltimbanqui a lo largo de las ocres llanuras. La recta que une Segovia con Valladolid quedó reducida a un guion, corto espacio para entregarse a un plácido sueño de duermevela. Despertó del traqueteo en pleno parque del Campo Grande, a pocos metros de la Fuente de la Fama. La trompeta de un ángel, sonido extrañamente familiar a sus oídos, reverberó en el jardín, al tiempo que distinguía una silueta de bronce que le pareció haber sido ya vislumbrada anteriormente por sus ojos recién salidos del sueño.

Entonces reconoció la voz.  

domingo, 21 de abril de 2013

La mezcladora de géneros



El foco sujeto a una farola de la Calle 42 iluminó al teniente del Séptimo de Caballería mientras cortejaba a la hija del coronel en Fort Bravo. Desde el plató contiguo, un bigotudo general arengaba en primer plano a sus tropas a sacrificarse por la patria. 100 indios atacaron los carros en círculo tras los cuales se parapetaban 50 vaqueros de espaldas a las trincheras de Verdún. Los cantos de guerra Sioux se mezclaron con los acordes de Gershwin en el musical que saturaba de colores la lente de la cámara vecina. El bailarín con traje a rayas se desdobló en una gallarda figura de uniforme azul y su cabello engominado rivalizó en brillo con la estrella de latón que antaño adornaba su camisa de sheriff. Un sedán negro surcó la mojada calle de la ciudad oscurecida y entabló un estruendoso duelo de fuego con otro automóvil, todavía con manchas de tarta en su tapicería. Seis siglos antes, a unos metros de distancia, el Caballero Negro descabalgaba de un lanzazo a su enmascarado oponente en el torneo. Con su ímpetu de celuloide, la flecha eterna de Robin Hood apagó la luz del foco. Sorprendida, la pantalla resplandeció como cien soles.         

viernes, 22 de marzo de 2013

EL ÁRBOL DE PUSHKIN


Las urracas y los mirlos llegaron antes que yo. Correteaban con ímpetu primaveral sobre la tierra húmeda y el fragante césped que rodeaban el montículo donde se erguía la estatua, mientras absorbían los deliciosos aromas que el reciente chaparrón había destapado de su tarro de esencias. Respetando el juego de las plácidas aves, me acerqué con paso cauteloso hasta ellas. Ignoro si conocían el nombre del personaje que aparecía representado en el todavía goteante bronce verdoso, pero de algún modo parecían haberse sentido atraídas por su magnético romanticismo. Detrás de la estatua de Pushkin, a modo de hermoso marco natural, florecía un esplendoroso almendro. Entonces abrí mi ejemplar de Eugenio Oneguin, la gran novela en verso a la que puso música de ópera el mismísimo Chaikovski, y busqué ansioso la dedicatoria que Alexander Pushkin escribió a su amigo Pedro Aleksandróvich Pletnev:


Acepta, con ánimo benevolente, esta colección de capítulos tan dispares, mitad cómicos, mitad tristes, populares, espirituales, fruto descuidado de mis diversiones, insomnios, vagas inspiraciones, frías observaciones de mi cerebro y amargas decepciones de mi corazón; fruto de mis años marchitos antes de florecer”.

Estatua de Pushkin en el jardín de la Quinta de la Fuente del Berro, Madrid


No podía imaginar un mejor lugar de reposo que aquél para el poeta romántico ruso. Algo me decía que no murió en aquel duelo de honor en el que se batió en un gélido día de enero de 1837, a imitación de Lenski, uno de los personajes de su inmortal novela, por defender el honor de su dama. Ahora sabía que Pushkin, lejos de marchitarse, se había transformado en una estatua de vergel, en un imán literario para pájaros juguetones a los que seguramente les habría gustado leer sus versos. Cerré el volumen despacio, para no asustar al encantador mirlo que revolvía la tierra a tan sólo unos centímetros de donde yo me hallaba, y sonreí emocionado al ver florecer al unísono el árbol y el espíritu de un artista eterno.    

domingo, 17 de marzo de 2013

He Wishes for the Cloths Of Heaven

Portrait sketch of William Butler Yeats in 1908
by John Singer Sargeant. Click for a larger image.

Uniéndome a la celebración de San Patricio, la fiesta nacional de Irlanda, he querido traducir al castellano uno de los más bellos poemas de William Butler Yeats (1865-1939), insigne escritor dublinés cuya obra aúna el folclore y la tradición celta de su país en una peculiarísima simbología. Galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1923 y uno de los fundadores del Abbey Theatre, la poesía de Yeats, un autor que en cierta ocasión afirmó que “la literatura no es sino la expresión de estados de ánimo mediante el vehículo del símbolo y el incidente” fascina tanto hoy día como en el momento en que fue escrita. Espero que la disfrutéis y, sobre todo, ¡Beannachtai na Feile Padraig! (Feliz Día de San Patricio en gaélico)!







He Wishes for the Cloths Of Heaven (1899) de William Butler Yeats
Anhela los ropajes del cielo
(Versión bilingüe de Ricardo Gómez Tovar©)



HAD I the heavens' embroidered cloths,               Si yo tuviera los bordados ropajes del cielo,
Enwrought with golden and silver light,               Incrustados con luz de oro y plata,
The blue and the dim and the dark cloths              las azuladas, sombrías y oscuras ropas
Of night and light and the half-light,                     de la noche y de la luz y de la media luz,
I would spread the cloths under your feet;             los ropajes extendería bajo tus pies;
But I, being poor, have only my dreams;                Mas, siendo pobre, sólo poseo mis sueños;
I have spread my dreams under your feet;             Bajo tus pies he extendido mis sueños;
Tread softly because you tread on my dreams.  Pisa con suavidad, pues sobre mis sueños caminas.


jueves, 14 de febrero de 2013

UNDER THE WATERFALL (BAJO LA CASCADA)


Thomas Hardy (1840-1908) es conocido fundamentalmente por las novelas que ambientó en su Dorset natal, condado situado en el suroeste de Inglaterra, entre las cuales destacan Far from the Madding Crowd, Under the Greenwood Tree y Tess of the D’Urbervilles. Sin embargo, también publicó ocho excelentes antologías de poesía. Como muestra del talento lírico de Hardy, quería invitaros a degustar la traducción que he realizado de este bellísimo poema, escrito hacia 1870 por el autor a raíz de una excursión con su futura mujer, la pintora Emma Gifford, por el valle del río Valency, en el norte de Cornwall. En los versos que siguen, el escritor victoriano  logra expresar de forma magistral cómo lo sensorial (el simple contacto con el agua) puede activar el recuerdo de una vivencia compartida tiempo atrás por una pareja de enamorados.




UNDER THE WATERFALL  (BAJO LA CASCADA)
THOMAS HARDY
Versión bilingüe de Ricardo J. Gómez Tovar


Whenever I plunge my arm, like this,
Cada vez que sumerjo mi brazo, de esta manera,
In a basin of water, I never miss
En una jofaina con agua, nunca me falta
The sweet sharp sense of a fugitive day
la dulce y penetrante sensación de un día fugaz
Fetched back from its thickening shroud of gray.
Que procede de su denso sudario grisáceo.
        Hence the only prime
De aquí partió la única, primigenia
        And real love-rhyme
y verdadera rima de amor
        That I know by heart,
que conozco de memoria
        And that leaves no smart,
y que no deja escozor alguno.
Is the purl of a little valley fall
Es el murmullo de una cascadita del valle
About three spans wide and two spans tall
de tres palmos de anchura y dos de altura
Over a table of solid rock,
sobre una meseta de sólida roca
And into a scoop of the self-same block;
que cae sobre una cuenca de idéntico material;
The purl of a runlet that never ceases
El murmullo de un riachuelo que nunca cesa
In stir of kingdoms, in wars, in peaces;
Ni con la sucesión de reinos, en tiempos de guerra o paz;
With a hollow boiling voice it speaks
Pues habla con voz hueca y de efervescencia plena
And has spoken since hills were turfless peaks.'
y no ha dejado de hablar desde que las colinas eran cimas sin turba.

'And why gives this the only prime
Mas, ¿por qué debe dar algo así la única y primigenia
Idea to you of a real love-rhyme?
idea de una verdadera rima de amor?
And why does plunging your arm in a bowl
¿Y por qué sumergir el brazo en una jofaina,
Full of spring water, bring throbs to your soul?'
llena de agua de manantial, acelera los latidos del alma?

'Well, under the fall, in a crease of the stone,
Pues bien, bajo la cascada, en un resquicio de la piedra,
Though precisely where none ever has known,
aunque precisamente donde nadie jamás ha pisado,
Jammed darkly, nothing to show how prized,
Oscuramente atorada, sin dar idea de su valor,
And by now with its smoothness opalized,
y a estas alturas, su tersura ya convertida en opalina,
        Is a drinking glass:
Hay una copa:
        For, down that pass
Pues por aquel saliente
        My lover and I
Mi amada y yo
        Walked under a sky
Paseamos bajo un cielo
Of blue with a leaf-wove awning of green,
Azul con un verde toldo tejido de hojas,
In the burn of August, to paint the scene,
en el calor sofocante de agosto, por describir la escena,
And we placed our basket of fruit and wine
y depositamos nuestra cesta de fruta y vino
By the runlet's rim, where we sat to dine;
en la orilla del arroyo, donde nos sentamos a comer;
And when we had drunk from the glass together,
Y cuando juntos hubimos bebido de la copa,
Arched by the oak-copse from the weather,
Resguardados de la intemperie por el robledal,
I held the vessel to rinse in the fall,
sostuve la copa bajo la cascada para aclararla
Where it slipped, and it sank, and was past recall,
y allí se deslizó, hundiéndose para no regresar ya más.
Though we stooped and plumbed the little abyss
Aunque nos agachamos para sondear el pequeño abismo
With long bared arms. There the glass still is.
con los brazos desnudos, la copa allí permanece.
And, as said, if I thrust my arm below
Y, como dije,  cada vez que sumerjo mi brazo
Cold water in a basin or bowl, a throe
en agua fría dentro de una jofaina o un cuenco,
From the past awakens a sense of that time,
un dolor del pasado despierta la sensación de aquel momento,
And the glass we used, and the cascade's rhyme.
Así como la copa de la que bebimos, y la rima de la cascada.
The basin seems the pool, and its edge
La jofaina se asemeja al riachuelo, y su borde
The hard smooth face of the brook-side ledge,
a la dura y tersa faz del saledizo del arroyo,
And the leafy pattern of china-ware
y el patrón vegetal de porcelana
The hanging plants that were bathing there.
a las plantas colgantes que allí se bañaban.

'By night, by day, when it shines or lours,
De noche o de día, con cielo radiante o encapotado,
There lies intact that chalice of ours,
allí yace intacto nuestro cáliz
And its presence adds to the rhyme of love
y su presencia se suma a la rima de amor
Persistently sung by the fall above.
cantada persistentemente por la cascada.
No lip has touched it since his and mine
Ningún labio lo ha tocado desde que los suyos y los míos
In turns therefrom sipped lovers' wine.'
Por turno sorbieron el vino de los enamorados.

jueves, 24 de enero de 2013

Espectros de juventud


Sobre el puente de medianoche relucían dos estrellas de cartón que nunca se habían asomado a aquel firmamento satinado. El puente era de cartón piedra y ya no recordaba sus días de sólido granito, ligazón de argamasa y ensoñaciones de acueducto. A ambos lados de las orillas del río, en cuya cristalina corriente admiraban su propio reflejo las vanidosas estrellas de cartón-luz, dos viajeros se habían detenido para contemplar la plenitud del paisaje antes de cruzar sobre tan abismal vacío. Como quien escucha una fantástica voz de alerta, mitad imaginada, mitad intuida, el puente tuvo la premonición de que uno de los dos no lograría pasar al otro lado. “¡Retroceded ambos!”, gritó, sin que de su acartonada y amnésica garganta saliera ningún sonido. “¿Acaso es tan importante cruzar?”

Sólo cuando vio caer al más joven se dio cuenta de que ambos viajeros eran la misma persona.

sábado, 12 de enero de 2013

Personajes desplazados



Todo empezó cuando Sherlock Holmes se enamoró de Julieta Capuleto, y todo acabó cuando Sherlock y Julieta murieron por una sobredosis de amor estrellado. Romeo Montesco y el Dr. Watson iniciaron las pesquisas del caso, lo que les condujo, doce pipas de tabaco turco después, desde su salón de Baker Street hasta las puertas del castillo de Zenda. Allí yacía prisionero Dorian Gray, por fin envejecido tras duro cautiverio, hasta que un doble suyo, la viva imagen pintada en su retrato, le liberó. Con él se escapó también el capitán Ahab, quien creyó haber visto soplar a su ballena blanca en las brumas de Camelot y se convirtió en un yanqui en la Corte del Rey Arturo. “Ser o no ser fiel a mi soberano”, se preguntaba Lanzarote del Lago, recordando los amores de Robin Hood y Ofelia, de Hamlet y Lady Marian…


“Llamadme Gulliver”, dijo Moby Dick.