Saludos desde Samarkanda. STOP. Viaje
peligroso por Asia Central. STOP. Caravana asaltada, incursiones bandidos,
tormentas arena. STOP. He pasado tanta sed que me bebería el Gran Canal. STOP.
Llevo puesta una máscara veneciana para protegerme del polvo del camino. STOP.
Papá y tío Matteo me dicen que deje de hacer el ganso, pero qué quieren: ¡con
diecisiete años y ya de gira por el mundo! STOP. Sigo en ruta, pero las cosas
no van precisamente como la seda. STOP. El desierto de Gobi empieza a
agobiarme. STOP. Si no aparece pronto el palacio de Kublai Khan, me vuelvo a Venecia
aunque sea haciendo dedo. STOP. Que c’est triste Venise, recordar el ayer.
STOP. ¡Qué nostalgia! STOP. Pues ya estamos en Catay. ¡Trabajo de chinos nos ha
costado! STOP. Aquí, recorriendo el río Amarillo, aunque a mí lo que me tienen
es negro de tanto hacer kilómetros. STOP. ¡Hombre, Kublai, dichosos los ojos!
STOP. Llevo ya cincuenta y cinco días en Pekín. STOP. El Khan y yo hemos hecho
buenas migas y me ha enchufado en la Corte. STOP. Lo tengo preparado, ya tengo
los baúles… No, que al final me quedo. STOP. Ya os cuento. Besos, Marco.
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