LA CASA DE LOS CUATRO PUNTOS CARDINALES

sábado, 28 de marzo de 2020

SALTO DE EJE



Hace cosa de un año, me sorprendí a mí mismo mirando hacia el infinito. Los síntomas parecían claros: acceso de utopía galopante, anhelo de una vida sin sufrimiento. Los había ido sintiendo nacer en mi interior a lo largo de los últimos días. Sabía que irían a más, pero aun así no hice nada por reprimirlos.


–No hay nada malo en mirar al infinito cuando has llegado al límite de tus fuerzas –me replicó Carol cuando se lo conté.


Aquellas palabras me tranquilizaron. Dediqué toda la semana a mirar cada vez más tiempo hacia el infinito. Si los demás me dirigían miradas de crítica, estupor o compasión, fingía que no me importaba.


–Olvídate de ellos. Trasciende tu ego. Puede que no te contemplen a ti, sino lo que estás contemplando –volvió a aconsejarme la buena de Carol.


Y así pasaron las semanas, y las semanas se agigantaron en meses, y a Carol se le agotaron los consejos, pues también ella amaneció un día mirando hacia el infinito, y nos sentamos frente a frente, cada uno escrutando ansiosamente el infinito del otro, hasta que Aire, el estirado terrier de la vecina, nos ladró para que saliéramos de su caseta.






No hay comentarios:

Publicar un comentario