Hércules se limpió el sudor de la frente al ver la
abrumadora fila de personas que tenía delante. ¿Acaso buscaban todas ellas el
vellocino de oro? Mientras esperaba su turno, sacó unos documentos de la piel
de león que le ceñía el cuerpo. El certificado de vida laboral, expedido en
Micenas por su tío Euristeo, comenzaba con su primer trabajo en Nemea y
terminaba refiriendo aquel viscoso asunto del can Cerbero en los Infiernos. Le
habían aconsejado adjuntar una fotografía al CV, así que se había traído consigo
dos lienzos: el que le pintó Pollaiuolo luchando contra la Hidra de Lerna y
otro que le hizo Zurbarán, inmortalizado tal y como vino al mundo en pleno acto
de asfixiar al felino de Nemea. Si le pedían referencias, Jasón o Atenea no
tendrían inconveniente en escribirle una carta de recomendación. Hasta que le
saliese algo, su compañero de hazañas Yolao le había ofrecido la vacante que
ocupaba Teseo en “Viejas Glorias S.L.”, la empresa de mudanzas donde trabajaba.
Nada muy mítico, claro está, pero suficiente para salir del paso. Como el fuego
extinguido por el agua, Hércules sintió que su fuerza se debilitaba al ver su
nombre sobre la tarjeta sellada.
Este blog contiene en su esencia y espíritu el deseo de ser un homenaje y una invitación a la Cultura, a la Literatura, al Arte, a las Humanidades en general. A través de él deseo que todos los que se acerquen a sus contenidos sean tocados por la magia de la armonía y de la belleza que las palabras pueden transmitir.
¡Muy bueno, Ricardo! Tan intertextual y tan pegado a la realidad, a pesar de su barniz mitológico.
ResponderEliminarUn saludo,
Mil gracias por tus siempre enriquecedores comentarios, Pedro. Sí, la capa de barniz mitológico está diseñada para que resbale un poco el hiperrealismo de una situación que, por desgracia,nos resulta demasiado familiar en los últimos tiempos.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias de nuevo por visitar asiduamente este espacio.
Es que a ti nunca te gustó el hiperrealismo... Genial texto.
EliminarJejé, qué bien me conoces, anónimo lector/a. Te agradezco mucho tu comentario y me sonrojo cibernéticamente ante tu sobrevaloración.
EliminarUn abrazo