Aquí
os presento un microrrelato a través del cual deseo rendir agradecido homenaje
a Ray Bradbury, gran creador de mundos de ciencia-ficción y extraordinario
escritor, fallecido el 5 de junio de 2012 a la edad de 91 años.
Cuando
desperté, Ray estaba en la habitación. Su mirada, oculta detrás de los
cristales de sus gruesas gafas, aún estaba inmersa en el espacio ilimitado y
desconocido que para él tenía la familiaridad del patio trasero de su casa. Mi
sueño no había sido nada apacible, ya que me habían asaltado dos pesadillas. En
la primera, unos extraños bomberos quemaban libros en un futuro desolador en el
que una pantalla controlaba el pensamiento en cada hogar y la familia de carne
y hueso había pasado a ser sustituida por un holograma; la segunda me
inquietaba por sus imágenes de un hombre cuyo cuerpo estaba totalmente cubierto
de escenas ilustradas que presagiaban horribles acontecimientos. Cuando le
conté mis pesadillas, Ray no se inmutó. Es como si ya conociese su existencia,
como si él también las hubiese soñado alguna vez. Después me preguntó si, ahora
que estaba despierto, con la luz encendida, aquellos malos sueños me asustaban
más que las noticias que había escuchado el día anterior o que las que nos
tenían ya preparadas los medios de comunicación para sobresaltarnos con ellas a
la mañana siguiente. “No, amigo Bradbury”, respondí, “la verdad es que me
asustan mucho menos que las funestas y nocivas informaciones que tratan de
socavar nuestra mutable estabilidad humana día tras día”.

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