The good warrior was keeping night watch at the
farthest border of Castile. He did not seem to be smitten by the cold night air
any more than he was by drowsiness or the sheer outrage of being forced to
sleep out in the open by decree. Then he saw a glaring light shine from inside
El Cid’s tent –never a braver warrior rode on a horse-, as if an angel had
descended upon it. The sentinel sauntered warily towards the glaring tent, not
allowing the glimmer to dazzle him off guard, and upon looking in he beheld the
Campeador in the throes of a heavenly slumber. “May the night grant you a sweet
rest, my Liege, and visions to guide you throughout your banishment!”
LUZ EN LA TIENDA DEL CAMPEADOR
El buen guerrero montaba guardia en
la frontera última de Castilla. El frío no parecía herirle más que el sueño o
la afrenta de dormir al raso por decreto. Entonces vio salir un resplandor de
la tienda del Cid -nunca tan en buena hora cabalgó varón-, como si un ángel hubiese
descendido sobre ella. El centinela avanzó cauto hacia la luz, sin dejar que el
brillo deslumbrara su alerta, y al mirar dentro creyó ver al Campeador en los
brazos de un celestial sueño. “¡La noche os dé dulce tregua, mi Señor, y
visiones que os guíen en el destierro!”
Microrrelato en versión bilingüe, de Ricardo José Gómez Tovar
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