Empezamos al acabar el día,
enjugando las horas que no habíamos gastado,
y en tu hombro sin brillo, vi reflejada la vida
que íbamos a vivir, nuestras futuras moradas,
brillantes de felicidad,
portales anímicos de días que nunca agotarían su
caudal.
Y volvimos a empezar al día siguiente, gastando unas
pocas horas
de ese caudal que ya nunca se secaría, y en él vimos
discurrir
el alma de los dos, cruzando el portal,
envolviéndonos abrazados
en el mundo al que queríamos nacer, al caer el sol,
brillando tu hombro
con las perladas lágrimas de la corriente, conmovida
por nuestra paz.
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pintura de Vincent Willem van Gogh |
Empezamos al acabar el día, como habíamos nacido
ayer,
mirándonos a los ojos, y más allá, descalzos sobre
una alfombra tersa,
Luna y Sol entrelazados, dos astros calzados en una
sola alma,
coleccionistas de horas inagotables de
felicidad.
Autor y Copyright: © Ricardo José Gómez Tovar