LA CASA DE LOS CUATRO PUNTOS CARDINALES

miércoles, 24 de junio de 2020

EL IRRESISTIBLE ENCANTO DE UN DESAYUNO EN TIFFANY’S

Él se llama Paul Varjak, pero ella prefiere llamarle Fred porque le recuerda a su hermano. A ella también le dieron otro nombre al nacer, pero prefiere llamarse Holly Golightly, que suena más sofisticado. Él es George Peppard, futuro coronel Hannibal Smith de “El Equipo A”, y ella, la inolvidable Audrey Hepburn. Ambos protagonizan una de las películas más famosas y encantadoras de la historia del cine: “Desayuno con diamantes (Breakfast at Tiffany’s, 1961)” a las órdenes del maestro de la comedia Blake Edwards.



El guion escrito por el propio Edwards en colaboración con George Axelrod adapta libremente la novela corta de Truman Capote y consigue mejorar el espléndido original al destilar una fórmula irresistible de comedia romántica. Peppard encarna al joven escritor mantenido por una diseñadora (Patricia Neal) que traba amistad con su alocada, pero deliciosa vecina de apartamento: una joven que duerme con antifaz, fuma cigarros con boquilla y tiene un felino al que llama simplemente “Gato”.



Ambos personajes se sienten poderosamente atraídos el uno hacia el otro, roban caretas de perro y gato en una tienda, buscan el libro de Paul en una biblioteca pública y visitan la prestigiosa joyería Tiffany’s para encargar que les graben una inscripción en el anillo que les ha salido en una bolsa de snacks. Todas estas vivencias les hacen descubrir que no solo se lo pasan realmente bien juntos, sino que ambos están hechos el uno para el otro, pero una serie de interrupciones argumentales pospondrán el ansiado romance entre la pareja hasta el final de la cinta. Holly es un ser salvaje que se niega a que la encarcelen en una jaula afectiva. No quiere pertenecer a nadie ni que nadie le pertenezca. Sin embargo, sus patéticos escarceos con un acaudalado diplomático brasileño (al que interpreta el español José Luis de Vilallonga) se saldan con un balance todavía más vacío que el que le producen las estruendosas fiestas con las que escandaliza a su vecino y casero japonés Yunioshi (un irreconocible Mickey Rooney) o las visitas al penal de Sing Sing para dar un curioso pronóstico del tiempo al mafioso Sally Tomato.

Por el contrario, en opinión de Paul, el escritor de relatos que tanto se parece a su hermano: “Las personas se enamoran. Las personas se pertenecen unas a las otras porque esa es la única oportunidad de alcanzar la auténtica felicidad”. Pero Desayuno con diamantes es también la mítica y oscarizada banda sonora de Henry Mancini, los exteriores neoyorquinos, una de las fiestas más divertidas que se ha visto en la gran pantalla y la maravillosa canción “Moon River”, compuesta por Mancini y Johnny Mercer, a la que Audrey da cuerpo y alma desde la ventana de su apartamento. Hay experiencias que nunca decepcionan, a pesar de que el mundo ya no sea el mismo de aquel Hollywood eterno que la Paramount nos ofreció en formato Vistavision, y una de ellas es ver esta joya del Séptimo Arte por la que no pasan los años. 




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