LA CASA DE LOS CUATRO PUNTOS CARDINALES

lunes, 26 de septiembre de 2011

La máquina que nos soñó

La Máquina que nos Soñó emitió su cenicienta descarga
y otro par de soñadores dieron con sus sueños en tierra
La fabricaron en oro y diamante, manto duradero,
que sobreviviría en mucho a sus soñadas creaciones
Un alquimista quiso alterarla, con estudios complejos,
mas la Máquina era inalterable, como un texto de Homero
Un poeta quiso cantarla, con sextetos de rima asonante,
mas la gélida Máquina no era descifrable en cálidos versos
La sobrevolaban cormoranes, albatros y cuervos,
mas ningún mal agüero, ni el más ligero ensalmo, parecía afectarle

La Máquina que nos Soñó, sonámbula de preciosos metales,
acaso un día de estos querrá por fin despertarse
¿Por qué no nos sueñas perfectos y sanos?
¿Por qué no nos dejas soñar todo un año?
Tales preguntas se planteó un Latrero, de la estéril Tierra de Latr,
donde soñar que te sueñan es signo de mal agüero

La Máquina que nos Soñó emitió otra grisácea descarga
Latrero, Latrero, date por satisfecho y vuelve por tus fueros
¿Acaso no eres perfecto y sano? ¿Quién te impide soñar todo el año?
La noche, contestó el Latrero, pues sueño que me soñaron de la nada
y en la tierra de donde procedo, eso es un signo de mal agüero
Superchería, dijo la Máquina, superstición de viejas,
Lo que yo sueño nunca podrá ser símbolo de mal agüero,
Observa mi oro, admira el diamante, hermosas capas de todo lo bello,



Hacia la Máquina avanzó el Latrero,
su brazo enfundado en guante de acero
Deja que te sueñe, Máquina durmiente,
déjame imaginarte soñándonos perfectos

 
La Máquina que nos Soñó emitió una inaudita descarga,
tal vez un suspiro, acaso un tañido de su alma
Su oro se fundió como al contacto con la vulcánica fragua
Su diamante se hizo añicos, cual cristalería barata.
El Latrero, con guante bruñido, se apartó de ella asustado
Yo sólo quería soñarte soñándonos más perfectos
Pero para hacerlo, tenías que perecer en tu propio sueño
Oh, Máquina que nos Soñó, tus perecederos metales
nunca fueron tan preciosos como nuestros mejores sueños

1 comentario:

  1. Bonita creación, Ricardo. Me recuerda a las historias de Ray Bradbury, con ese deje nostálgico y el final contradictorio: si se destruye la máquina, ¿dejamos de existir?
    Un abrazo.

    ResponderEliminar