LA CASA DE LOS CUATRO PUNTOS CARDINALES

lunes, 26 de septiembre de 2011

Al Sur del Pacífico

Estamos de enhorabuena. Con el presente film, se completa la excelente colección de musicales Rodgers & Hammerstein editados en DVD por Fox a finales del pasado mes de abril, y que comprendía títulos tan destacados del género como La Feria del Estado, Oklahoma, Carrusel y El Rey y Yo, los tres primeros inéditos en formato digital.
El lanzamiento de Al Sur del Pacífico (1958) se ha hecho esperar algo más, pero lo cierto es que su visionado merece la pena, ya que ofrece numerosos puntos de interés. Para empezar, se trata de la tercera película rodada en Todd-AO (un formato panorámico que suprimía la molesta curvatura de la pantalla de Cinerama) y funciona como perfecto ejemplo de la maestría con que su director, Joshua Logan, empleaba ese widescreen que a otros grandes directores tan sólo les parecía apto para rodar “funerales y serpientes” (Lang dixit). A la calidad de imagen y sonido restaurada de que goza la colección, junto con el consabido comentario en audio a cargo de dos expertos y la posibilidad de leer la letra de las canciones en pantalla (Canta con Nosotros), se le suma el rodaje en exóticos escenarios naturales de Hawai y el hecho de estar basada en el libro de relatos de James A. Michener, “Tales of The South Pacific”, galardonado con un Premio Pulitzer en 1949. Por si fuera poco, canciones tan conocidas y pegadizas como Some Enchanted Evening, I’m Gonna Wash That Man Right Outa My Hair o There’s Nothing Like A Dame forman la excelente banda sonora de este melodrama de amores interraciales y atrevido mensaje de tolerancia.

Podría decirse sin ánimo de exagerar que Joshua Logan fue el Auguste Renoir del scope. Basta echar un vistazo a esos dos lienzos que reflejan la Norteamérica Rural de los años 50 con pinceladas pintorescas y costumbristas (llámese Bus Stop) o con trazos bucólicos y naturalistas (caso de Picnic) para constatarlo. Aunque también podríamos hablar de su paralelismo con otro pintor francés, Paul Gauguin, con quien en gran medida comparte su fascinación por lo exótico, reflejada tanto en la película que nos ocupa como en Sayonara (1957), también adaptada a partir de un best-seller de Michener con Marlon Brando en el papel principal. En cualquier caso, y dejándonos ya de comparaciones, salta a la vista en cualquiera de los títulos citados el sentido cromático de Logan y su creatividad para el encuadre panorámico, ambos ejemplarizados a la perfección en South Pacific.
La película nos cuenta dos historias de amor paralelas entre personas de distinta raza, en un caso, y de distintas nacionalidades, en el otro, en el paradisíaco marco del Pacífico Sur en los difíciles años de la Segunda Guerra Mundial. Un teniente de la Marina (John Kerr, el sensible joven protagonista de Té y Simpatía, otra maravilla en cinemascope de Minnelli) llega a una isla ocupada por el ejército estadounidense con la misión de reclutar a un plantador francés para una arriesgada misión de reconocimiento en otra isla vecina dominada por los japoneses. El francés (que en realidad está interpretado por el italiano Rossano Brazzi) conoce bien el lugar, ya que vivió allí durante 15 años, pero se niega a realizar la misión por razones personales. Lo cierto es que está enamorado de la enfermera norteamericana Nellie Forbush (Mitzi Gaynor), a quien sus superiores le ordenan que sonsaque información acerca de Brazzi, de quien se sospecha un pasado turbio en su Francia natal. John Kerr, por su parte, será presentado a una muchacha nativa (Frances Nuyen) y vivirá con ella un apasionado romance en la mítica isla de Bali Ha’i, adonde es conducido casi por embrujo por la enigmática reina del mercado negro, Bloody Mary (Juanita Hall). Mención aparte merece el gran trabajo de Ray Walston (el enloquecido profesor-compositor de Bésame Tonto) como marine aprovechado y chapucero, que aporta la ocasional nota cómica a la película.
La película está filmada en exteriores de Hawai, y aunque los exteriores que presenta ya bastarían para servir unas hermosas imágenes a un argumento algo menos acaramelado que el de otros éxitos de Rodgers & Hammerstein, Logan y su director de fotografía, el gran Leon Shamroy, deciden que el espectador se dé un baño adicional de color utilizando filtros que caracterizan el mundo de ensueño propio en el que vive cada uno de los protagonistas y delimitan el espacio mágico y misterioso de una isla que se erige en un personaje más del film, la citada Bali Ha’i. Tonalidades verdes, violetas, azules, amarillas y rosas inundan de forma bastante recargada la pantalla panorámica mientras suenan algunos de los temas más memorables de la banda sonora, en una operación que, vista hoy día, casa mal con el brillante y elegante technicolor que exhibe el resto de los fotogramas y que tal vez pueda achacarse a un malentendido entre Logan, Shamroy y los laboratorios DeLuxe de la Fox.
Pero ello no es óbice para mermar la calidad de un film como Al Sur del Pacífico, que gracias a su inolvidable banda sonora, a la inspirada dirección de Joshua Logan, a un solvente trabajo de reparto y a sus embriagadores escenarios naturales, resulta espectacular y emotivo, surrealista y evocador, sugerente y preciosista a partes iguales.
Otro gran musical R&H para disfrutar en casa gracias a la magia digital. Y es que, como canta Juanita Hall en la película, ¿quién puede resistirse al encanto de Bali Ha’i? 

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